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Gal Yifrach conquista el NAPT Las Vegas

“No sé si fue suerte de cumpleaños, si fue otra cosa … mi mamá vino, me sorprendió … todo fue perfecto. No puedo quejarme.” (Gal Yifrach)

Un Clásico Renacido

El North American Poker Tour tiene algo distinto al resto de los grandes circuitos: no aparece todos los años, ni sigue una estructura estable, ni puede darse por sentado. Es, en cierto modo, un cometa en el calendario del póker. Nació en 2010, desapareció tras el Black Friday, reapareció en 2023 después de más de una década de silencio, y desde entonces surge de forma intermitente, sin un calendario fijo, pero con un aura especial cada vez que vuelve. Por eso, cuando el NAPT cae en Las Vegas, no es solo un torneo más: es un acontecimiento que marca temporada, un regreso que despierta nostalgia, ambición y cierta sensación de privilegio entre quienes pueden participar.

El Main Event de 2025 lo demostró con contundencia. Con un buy-in de US$5,300 y un field de 738 entradas, el torneo superó todas las expectativas, convirtiendo el casino en un hervidero de profesionales, grinders decididos a dar el salto, recreacionales inspirados por viejas retransmisiones del NAPT original y hasta figuras del póker online que vieron en este evento una oportunidad única. El ambiente recordaba a los mejores años del EPT, pero con ese sabor americano inconfundible donde cada mano parece una escena de película.

El Cumpleañero Silencioso.

En medio de ese escenario renacido apareció un protagonista inesperado, una figura que arrastraba más debate que aplausos: Gal Yifrach. Empresario, jugador de high stakes, ganador de un brazalete WSOP… y también acusado desde 2018 de participar en una operación ilegal de apuestas deportivas y lavado de dinero. Su sola presencia generaba ruido. Su victoria, un terremoto. Y aun así, en la mesa, su historia se escribiría con cartas, no con titulares legales.

La mesa final fue un choque de estilos y temperamentos. Yifrach llegó sin demasiada ventaja, observando desde abajo la montaña de fichas de Thomas Boivin, el jugador que marcó el ritmo del torneo y que parecía destinado a consagrarse. Pero el póker nunca fue un deporte para narrativas lineales. En algún punto, la calma de Yifrach se transformó en amenaza, y el torneo cambió de dueño emocional sin que casi nadie lo notara.

Todo giró en una mano que ya empieza a circular como una de las más importantes del año. En la mano final, Boivin hace una subida desde el botón hasta 750,000 y Yifrach decide empujar todo su stack restante  desde la ciega grande. Boivin no duda: hace call con TT (pareja de dieces). Yifrach muestra A9, una mano especulativa pero muy jugable bajo presión, especialmente porque está corto de fichas.

El flop viene 9 4 3. Eso le da a Yifrach pareja de nueves y, más importante aún, un proyecto de color de diamantes. Boivin, por su parte, mantiene la mejor mano (su overpair) por ahora, pero es consciente del peligro.

Entonces llega el turn: cae un 5♦, completando el color de Yifrach. Eso significa que su mano se vuelve imbatible: ya no hay forma para Boivin de atraparlo está drawing dead (sin outs que le salven). Esa carta es brutal, porque no solo le da el flush, sino que es la carta exacta para concretar el proyecto que tenía.

Finalmente, en el river se baja una Q, una carta inocua que no cambia nada: la jugada ganadora ya está hecha, y Boivin no tiene cómo recuperarse. Con esa estructura, Yifrach se asegura el bote final, levantó las manos con la sonrisa de quien recibe un regalo imposible: un triunfo mayor justo en el fin de semana de su cumpleaños 39. Para completar la escena, su madre que había viajado de sorpresa para acompañarlo lo abrazó después de la victoria. Vegas, con su habilidad para convertir anécdotas en leyendas, hizo de ese momento algo cinematográfico.

Más Que Un Título

Pero aun celebrando, la sombra sigue ahí. Sus problemas legales no desaparecen con un trofeo, y la comunidad del póker continúa dividida sobre su presencia en eventos de alto nivel. ¿Debe juzgarse al jugador solo por su desempeño en la mesa? ¿Importa el talento cuando hay cuestiones extradeportivas en juego? ¿O es precisamente esta mezcla de luces y sombras lo que hace que historias como esta no se parezcan a ninguna otra?

Lo cierto es que Gal Yifrach jugó un torneo impecable. Navigó un field denso, sobrevivió a la presión del favorito, aprovechó el momento exacto para cambiar la historia y cerró el NAPT con la autoridad de un campeón que entiende que las oportunidades en este circuito rara vez se repiten. Porque el NAPT no es un evento anual, ni un formato garantizado: es un privilegio. Uno que aparece de cuando en cuando, como un destello, y que solo unos pocos pueden decir que han conquistado.

Y esta vez, el destello llevó el nombre de Gal Yifrach.

“Cuando estoy en un buen torneo con estructura, puedo tratarlo casi como un cash game, y eso jugó a mi favor.” (Gal Yifrach)

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